El volumen de agua disponible es, en promedio, la mitad de años
anteriores, pudiendo satisfacer menos del 60% de las superficies de riego,
perdiendo gran parte del área productiva, con un gran costo social para los
pequeños productores agrícolas de las provincias de Los Andes y San Felipe.
En medio de la sequía más grave de la historia,
luego de más de una década de escasez, las provincias de Los Andes y San
Felipe están perdiendo sus cultivos, animales y fuente de trabajo. Así lo
señalan pequeños productores agrícolas del Valle del Aconcagua.
Este valle, que se caracteriza por sus uvas de mesa, duraznos y nogales,
está sacrificando más del 40% de éstos, donde gran parte de las hectáreas
ya no cuentan con agua: “estamos perdiendo años de inversión y nuestro
trabajo”.
Varios de los productos del Valle son de exportación, los que no están
alcanzando la calidad mínima para ello, el calibre, haciendo que se pierdan
éstos y a su vez, sus fuentes laborales: “de esto vivimos y nuestras
familias”, indican sus protagonistas.
En las plantaciones que quedan sin riego, las uvas de mesa o nogales no son
recuperables. La poca agua que reciben permite el riego de algunas horas a
la semana, esto obliga al productor a dejar sin agua al cultivo menos
viable. Además, esas pocas horas son insuficientes para alcanzar las
calidades exigidas en los mercados de destino. A su vez, se ha dejado de
sembrar maíz, papas y huertos, lo que afecta de mayor manera a la
agricultura familiar campesina.
Los productores agrícolas de Los Andes y San Felipe se organizan para
compartir la poca agua que les llega, para poder salvar, con menos de la
mitad, sus plantaciones, en esta “desastrosa y difícil temporada”, como la
han llamado.
Sumada a la escasez hídrica que ya sufren, deben entregar 36 horas de agua
cada semana para Quillota, dejando absolutamente seco, por todo ese tiempo,
el Valle del Aconcagua, asumiendo un alto costo social y económico, que
nunca ha sido indemnizado por el Estado. A su vez, enfatizan que en sus
provincias, en los últimos 30 año, han mantenido la misma superficie de
riego, demostrando absoluta responsabilidad en el uso limitado del agua.
Mientras que, río abajo, han aumentado, indiscriminadamente, la superficie
cultivable, agravando la sequía del río Aconcagua. Señalan que nadie se ha
preocupado por lo que están viviendo y enfrentando y, además, deben
escuchar, a través de los medios y redes sociales, a parlamentarios señalar
que “arriba sobra agua”, les parece una burla a su esfuerzo y a su trabajo.
Invitan a las autoridades a conocer su realidad y a hablar desde el
conocimiento y respeto.
Los parceleros y productores agrícolas llaman a sus autoridades, a sus
alcaldes y parlamentarios a representarlos, a hablar por ellos y por la
quinta cordillera, que se siente desplazada al estar tan lejos de la
capital de la región; olvidada y como dicen: “no quieren ser más el patio
trasero” de Valparaíso y que los conviertan en “zona de sacrificio”