A ochenta por hora, La columna de Citadini

Compartir en:

Galope en fiestas del 18 debe prohibirse

En la prensa se pide al intendente Francisco Echauren que actualice la prohibición del galope en estas Fiestas Patrias, especialmente en el camino a Playa Ancha y en el llano. Todos los años se producen atropellos y accidentes que se traducen en graves lesiones, desgracias e incluso la muerte de los paseantes.  

                      14 de septiembre de 1871, Mercurio de Valparaíso

Sin duda el mundo ha cambiado bastante en 150 años. Hace unos días viajé a la capital en mi cacharrito. Llevaba frutos del país para comercializar en la metrópoli. Tomé la carretera que va desde Chicureo pasando por Chamisero, sube, baja y serpentea hasta llegar a la costanera y Américo Vespucio. Supuse que en esa ruta el viaje sería más tranquilo. No fue así. Los tipos me pasaban en sus bólidos a gran velocidad. Al poco tiempo sentí que mi presencia en el camino les molestaba. Bajaban el vidrio y me decían toda clase de cosas. Yo iba a ochenta por hora, (expresión que hace 50 años denotaba una gran velocidad. Aprovecho de recordarles dos más: “volando como un caravelle”, y “se hizo un ovillo en el suelo”). Me decían, tortuga, yo les respondía, liebre. Decían, Teillier, yo respondía, me quedo con el poeta. Lenteja, que vai pa’ la maternidad, contestaba. Uno me hizo gestos con los dedos como si yo fuera caminando. Le mostré ocho dedos como diciendo que ochenta era la máxima permitida. Varios me encendían las luces, como apurándome. Yo mascullaba, pasa por arriba tal por cual. Otros pasaban el eje de la cazada haciéndome filos. Si hubiesen podido hubieran sacado aspas de sus autos y hubiesen reventado mis neumáticos, como los carros en Ben Hur. Así iba yo en mi cachivache, metiendo más cambios que Boric después de la primera vuelta. Me aflojé el cinturón como los de la concertación frente al nuevo escenario. Los tipos parecían los supersónicos en sus ciudades. Dan por sentado que nada les sucederá, ¿creerán eso realmente? Pero las leyes de la física no fallan. No se puede detener un vehículo a alta velocidad en una fracción de segundo. Basta con sintonizar la radio Bío-Bío para enterarse cómo se suceden los accidentes de tránsito a lo largo y ancho del país. 

Byung-Chul Han dice que hoy vivimos en la sociedad del rendimiento. Para él hoy abundan las enfermedades neuronales como la depresión, o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.  En la actualidad se cree que no hay límites, por lo tanto, la gente en su exceso de positividad termina reventándose.

Pero no todos comulgan con esta visión del mundo. Hoy vi un adhesivo en el baúl de un auto que decía: “pasa por arriba ctm y el dedito en alto. Un poco agresivo el mensaje, pero bueno… En algunas ciudades europeas se está estableciendo el límite de velocidad en 30 kilómetros por hora. Esto para evitar también la contaminación ambiental y acústica. ¿Cómo será el futuro próximo? Tal vez, algún día volveremos a los caballos y a los coches, es una posibilidad.

P.S: Bueno, estimados lectores, ésta es la penúltima crónica de Citadini, ya se cumple el ciclo de cuatro años. Me voy a mi temporada en las montañas. Ya no los fastidiaré más. De todas maneras, a principios del próximo año aparecerá el libro con la recopilación de artículos. Les estaremos informando por la net. El título aún no lo revelaremos. Será envío sin costo a todo el país y los primeros mil lectores tendrán un cuarenta por ciento de descuento. 

Deja el primer comentario