De origen calerana, llegó al Valle del Aconcagua a dar sus primeros pasos como profesora de inglés al Liceo de la comuna de Santa María, para dar un paso por el Liceo Particular Mixto. Tras ellos, pasó paralelamente a estar en Liceo América, para el año 1993 llegar al tradicional Liceo Max Salas, que actualmente dirige. Casada, madre de dos hijos, hoy enfrenta interesantes desafíos en este nuevo aniversario del histórico liceo andino.
Cuéntanos de tus inicios en el Liceo Max Salas, retrocedamos al año 93.
Un colegio muy distinto, ha sido evidente el cambio en la actitud de los jóvenes, pero trabajar en un colegio como este siempre tuvo la gracia de que te encuentras con realidades muy distintas y eso genera algo muy rico, vienen de todas partes, de mundos diversos, desde el primer día vi la integración que converge acá.
¿Qué te llama la atención del colegio?
El liceo tiene un sello muy especial, una integración en todo sentido, la sociedad se ve reflejada en los estudiantes. Una experiencia significativa es que gran número de docentes son exalumnos, por lo que se puede ver la familia andina, podemos ver los nietos, los padres, los hijos y existe una comunidad muy atractiva.
¿Hay autoridades que estudiaron en este colegio también?
Claro, por ejemplo el actual diputado Nelson Venegas, he podido conversar con él y cuenta que volver al colegio como diputado es algo muy emotivo y obviamente para el colegio tener personas que han logrado cosas importantes en todos los ámbitos profesionales, del comercio, la política, etc., es algo que al liceo lo enorgullece.
En ese sentido yo siempre he creído que nuestros alumnos pueden llegar lejos, donde cada uno lo quiera, con esfuerzo y perseverancia.
¿Cómo fue el desafío de asumir la dirección?
Fue un peso grande, sin duda y un tremendo desafío, pero me ayudó mucho el haber sido de casa, yo conocía este lugar, su gente, sus profesores, pero sin lugar a dudas hay que estar reinventándose con el tiempo, ya que tengo claro lo que significa este establecimiento, pero tenemos un equipo consolidado que se ha ido adaptando a los cambios.
¿Cómo se puede ir reinventando en este puesto?
Nosotros estamos permanentemente trabajando bajo las orientaciones del DAEM, el Ministerio y lo que hacemos siempre es ir aterrizándola a esta realidad maxsalina. Por ejemplo, tras el estallido social, la pandemia, las clases remotas, no fue fácil, fue un gran desafío, pero nos sirvió, porque hoy nos permite hacer cosas nuevas, diferentes. Pero no es fácil, hay que volver a reencantar a los alumnos, los profesores, es un trabajo interesante. Somos un lugar en que hay problemas, pero hemos podido ir resolviendo, por ejemplo, niños que hay que ir acompañándolos en este proceso.
¿Cuál podríamos decir que es el perfil del alumno maxsalino y maxsalina?
Entre los valores que intentamos entregar, buscamos que los estudiantes sean responsables, honestos, solidarios y lo más importancia es la pertenencia, por eso nos importa que tengamos ex alumnos haciendo clases, otro factor clave es la diversidad de todo tipo, en lo social, económico, tipo de familia, geográfica, etc. Nosotros decimos que el Liceo es una sociedad en chiquitito.
En el marco del aniversario 118, ¿cuáles son los desafíos en el corto y largo plazo del colegio?
En lo más cercano es ir recuperando aprendizajes, porque estamos claros de que la pandemia dejó problemas, no es lo mismo online que estar presencial, obviamente no se ha aprendido de la misma forma, y en el futuro es seguir en la senda de la motivación y del acompañamiento. El Liceo es fundamentalmente un lugar que forma personas para enfrentar los estudios superiores, más allá de que cada uno toma sus decisiones.