El sol, astro importante en nuestras vidas que, en el cenit de su giro estacional, nos obliga a protegernos de su cósmico fuego. Sobre todo, en territorios continentales de máximas temperaturas. Vivimos en esta parte de Chile donde los extremos climáticos, frio y calor, son más notables. Aun así, creo que este se lleva mejor en el campo que en el gran Santiago. En la ciudad, cuando llega la noche, el asfalto escupe el inhibido calor fétido, alargando la temperatura.
Fuera, el inclemente sol, aplasta las copas de los árboles en un contenido respiro, hasta que el gran viento de la tarde agita sus ramas con furioso desahogo. El aire es caluroso hasta perderse el sol en el horizonte. Después el calor empieza a darnos un respiro y a refrescar.
Recibimos febrero con estos calores. Llega el primer sábado, un sábado negro que nos deja el horror de una tremenda desgracia en la historia de este país. Un devastador incendio en la región de Valparaíso propagado en distintos puntos. Los siguientes días fueron el horror apocalíptico de una tragedia, de esta característica, sin precedentes, de pérdidas humanas. El viento y los distintos focos arrasaron miles de casas. Familias enteras siguiendo pautas de evacuación escapando en los autos. Atascados en tacos sin poder avanzar ni retroceder ante el avance del descontrolado fuego. Cuesta imaginar la magnitud de angustia de las personas; perdiendo sus vidas en el espanto.
El presidente Boric confirma que los incendios han sido provocados. Todos nos preguntamos, ¿qué locura humana puede llegar a hacer tanto mal? ¿Qué monstruos les devoran las almas a estos malvados sin conciencia? Todos deseamos y queremos creer que se logre atrapar a los asesinos, para que el resto de sus vidas la pasen entre rejas pagando sus crímenes. Que los espíritus de las víctimas les inflijan durante el sueño la tortura de sus peores pesadillas. Ese sería su mayor castigo y punición por sus maldades.
Me pregunto, ¿qué planeta o satélite del cosmos nos desafía y nos pone en mira de su enfado? En este corredor infinito angostado entre una tremenda cordillera y un océano, el reciente suceso nos deja en silencio. Un país del sur austral del planeta que nos tiene acostumbrado a que la naturaleza, a menudo, nos remeza desde sus convulsas entrañas. La historia narrará el terror de esta dolorosa tragedia. Una dolorosa sombra infiltrándose en la memoria de este pueblo.
Termino esta mini crónica con el fallecimiento en el accidente aéreo del expresidente Sebastián Piñera. Desde hace tres días se impuso el luto. Hoy se le despide con los honores que amerita su tiempo en la historia de este país. Que descanse en paz.
