Opinión: Solidaridad por Ágata Martín

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Procedo de una parte del planeta calificado primer mundo. Países protegidos por estados ricos, generado por los grandes ingresos que engrosan las arcas del Estado. Recursos para asegurar la sociedad del bienestar social. Nada es perfecto, y estas tampoco lo son. Pero creo en ellas. Un sistema regulador con el libre mercado en los abusos, y en general en todo.

En sucesos de tragedias, las personas viven las desgracias con el sentir que les afecte su conciencia. Sin embargo, no tienen que proveer solidariamente con su económica. Saben que pagan para que el Estado, con sus buenas reservas de emergencia catastrófica, se responsabilice frente a la desgracia.

Muy distinto en este país. Aquí estamos acostumbrados a que mucha gente se movilice inmediatamente a los sucesos participando en los desastres. En estos pasados días, vimos como todas las iniciativas individuales, colectivas y otras, se activaron para ir en ayuda de la tragedia que, dejó los incendios en la región de Valparaíso. En nuestro sentir tenemos integrado colaborar, cada uno, con la cantidad de dinero que su economía le permite. Otros con acopio y necesidades varias. Lo más admirable son los voluntarios que se desplazan al lugar de los hechos. Se suman a las fuerzas públicas ayudando en trabajos de intendencia con las personas damnificadas.

Tengo que resaltar que la generosidad de este pueblo la aplican personas que tiene recursos normales. Me digo, qué distinto sería si el uno por ciento de los ricos que concentran el cuarenta siete por ciento de la riqueza de este país, fuera solidario e inclusivo. Un aporte minimisimo de su gran fortuna, generada por los trabajadores y consumidores de este país, resolvería parte importante de la catástrofe. Estas personas viven en su burbuja: Ajenos a las desgracias que nada tienen que ver con ellos.  Como siempre en este país, expuesto a los desastres que la naturaleza nos somete, somos las personas de las categorías, clase media baja, media media, y media alta, quien acude a la solidaridad. Sin olvidar a los que tienen muy poco, que comparten su pobreza con el vecino caído en desgracia.

Esta es la generosidad y compromiso que este pueblo tiene, cuando hay que ponerse. Si el estado pudiese recaudar a ese uno por ciento, como se hace en los países ricos, incluido Estados Unidos; sería otro Chile con una distribución de la riqueza mejor. Con pesar, después de veinticinco años, mi sueño país y un posible cambio, se va apagando lentamente como una vela.

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