Estimado Juan Carlos:
Me entero de tu partida en medio de días difíciles, muy difíciles. Tu muerte es temprana, cuando todavía quedan sueños y añoranzas de seguir construyendo logros y caminos en la vida; pero Dios, en medio de sus misteriosos caminos, optó por llamarte a su presencia.
Soñaste a tu zona en grande. Aún recuerdo cuando me hablaste de la región de Aconcagua, de tu interés por ella, de los argumentos que existían y siguen existiendo para desarrollar esta idea. Me convenciste, conseguiste mi apoyo y hoy, a pesar de las múltiples dificultades que se han experimentado en el camino, sigue siendo una ambiciosa y necesaria añoranza: la región 17.
Entendiste desde temprano la importancia de la formación educacional, pasaste por las aulas de los icónicos Instituto Abdón Cifuentes y del Instituto Chacabuco; por la Universidad Andrés Bello, donde te titulaste de Ingeniero Comercial.
Tus estudios en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, donde conseguiste un postgrado, permitieron que las puertas para desarrollarte profesionalmente se siguieran abriendo. De hecho, ahí llegó la opción ser asesor del Consulado de El Salvador en Boston.
Si bien, amigo, tu camino por el sector privado avanzaba, ahora como Gerente General de CHL Investment, y más tarde, tomando lugar en la empresa de tu familia, tu interés por el servicio público no decaía.
Te integraste a nuestra colectividad, Renovación Nacional y tuviste intención de ser candidato a algunos cargos de elección popular; pero, independientemente de que no competiste en este ámbito, sí competiste en jugártela por múltiples iniciativas que guardaban los vecinos y emprendedores de la zona.
Quedará en la memoria de los sanfelipeños cuando encabezaste la iluminación solar de la rotonda Monasterio, en el nuevo acceso a la ciudad, donde hiciste hincapié en la seguridad del sector y, por otro lado, en el necesario uso de la energía solar. Aquí queda de manifiesto tu mirada de futuro y empatía con los demás. Ejemplifico en una iniciativa que es de conocimiento público, pero hay muchas otras colaboraciones que realizaste de manera más anónima.
Recuerdo, también, cuando creamos la ruta del Vino de Aconcagua, junto a los viñateros de la zona. Tocamos todas las puertas y tu ímpetu fue un sello que nos permitió conseguir este añorado logro.
Pero tu interés y mirada de futuro fue mucho más allá, y tal como mencioné al comienzo, el gran sueño de la región de Aconcagua fue muy potente. Desplegaste una campaña mediante redes sociales, medios tradicionales y convenciendo a todos aquellos que tuviste al frente, entre ellos a mí.
Tu partida y tu ejemplo de servicio público sincero, nos impulsará con fervor para ver hecha realidad tus objetivos pendientes, esos que lograste traspasar a tantos que hoy siguen añorando un mejor Aconcagua para vivir.
Que la linda familia que lograste formar, así como tus amigos y colaboradores, encuentren el consuelo que sólo Dios nos puede dar ante tu partida, y que la fuerza que pusiste en todas tus luchas, incluida esta última, sirva de ejemplo para las futuras generaciones.
Un abrazo eterno, amigo Juan Carlos Monasterio.
Nos volveremos a encontrar.
Con cariño, Pancho Chahuán.