Por
Felipe Caro López
Analista Político Internacional
Investigador John Glenn College of Public Affairs
The Ohio State University
El complejo escenario que se está desarrollando en el mundo parece ser un preámbulo de una peligrosa práctica de entendernos en las sociedades modernas; la “enemización” y la creación de un otro sin las características propias que se esperan de un ser humano para ser considerado como un igual.
Estamos en la era de la confrontación, pero no entre iguales, sino contra un enemigo no tan silencioso y no tan poderoso.
Ya van más de dos años desde que el Gobierno de Vladimir Putin invadió Ucrania con la justificación inverosímil de “desnazificar” la nación para proteger a la población de hablantes rusos que aún viven en ese país. Decisión por lo demás que repercutió en un alza generalizada de los alimentos y con incrementos de los precios de los combustibles. La determinación de identificar a los otros como Nazis es una forma de deshumanizar al otro y despojarlo de su valor como humano. Pero, en las vueltas del destino la semana pasada, un mall ruso era blanco de un ataque terrorista del Estado Islámico, justamente para “ajusticiar” a otro grupo que no posee la calidad de persona, los infieles a la fe de Ala.
Ejemplos como esos sobran en América: Trump, Maduro, Ortega o Bukele hacen gala de una retórica exquisita en poder construir un otro que merece ser barrido, eliminado, desaparecido. Pero en Chile, al parecer no hay espacio para que ocurra algo de esa naturaleza, por el momento. La Democracia es una filosofía donde se conjuga el respeto, la tolerancia y la pluralidad; hechos que no pueden ser usados a la conveniencia de la persona de turno o de las decisiones que toma, es un conjunto compacto que va unido de manera indivisible.
Se debe considerar una gran falta de respeto el comentario sobre la apariencia física del seremi de educación en la región de Atacama, Pablo Selles, por parte de candidato a la Gobernación de Santiago por el Partido de Demócratas Gabriel Alemparte. A su vez, se debe considerar una gran falta de respeto cuando años atrás el mismo Selles discrimino a un carabinero por su rango de cabo, demostrando un nivel bastante común en Chile, lamentablemente, de clasismo. Se espera que reconozca el error pues, de no hacerlo, solo demostraría que no ha aprendido nada de las discriminaciones que, sin duda, ha sufrió en su vida.
No se puede pregonar el respeto y la necesidad de diálogo mientras en un acto público se hacen referencias a las supuestas diferencias entre dos ramas de una familia como lo hizo la máxima autoridad de nuestro país; razón por la cual es extremadamente extraño, contradictorio y hasta de mal gusto, hacer a otros lo que se pide constante que no hagan contigo más todavía si se está en el ejercicio del poder. Existe un importante desafío en la forma de construir puentes, recuperar confianzas en debate público y tal vez lo más importante: recuperar el respeto por el otro. Tal vez en estas fechas, podamos seguir el ejemplo de una figura histórica y religiosa que guía la vida de muchos chilenos, quien fue un verdadero ejemplo de respeto y entrega por los otros. Lo parafraseo “Padre perdónalos, no saben lo que hacen”.