Actualmente, la desertificación afecta al 40 % de las tierras del planeta. Como consecuencia, los suelos pierden la capacidad de retener agua, albergar biodiversidad y almacenar carbono. Esta degradación es resultado de una agricultura centrada en la rentabilidad y productividad a corto plazo, que descuida el bienestar de los ecosistemas.
En Chile, la desertificación avanza rápidamente, perdiendo valiosos suelos cada año. Este fenómeno se desplaza hacia la zona central y sur del país a un ritmo de 500 a 1.500 metros al año, según estudios de la CONAF. Hace dos décadas, la desertificación afectaba principalmente a la Región de Coquimbo; hoy, ya ha alcanzado la Región del Bío-Bío, incluyendo la cuenca del Aconcagua.
A pesar de los esfuerzos realizados en Chile, hasta el momento no se han logrado cambios sustanciales para frenar la desertificación ni para enfrentar la sequía. Los diagnósticos están hechos, pero falta acción.
Es crucial visibilizar las buenas prácticas que se están implementando en las cuencas y promover acciones que involucren a otros actores, incluyendo a la comunidad local en la búsqueda e implementación de soluciones. También se necesita investigación para desarrollar e implementar tecnologías y políticas adecuadas que faciliten su aplicación.
Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes para detener la degradación de los ecosistemas. La falta de políticas a gran escala que protejan efectivamente los ecosistemas ha impedido superar las visiones y expectativas parciales y de corto plazo de los sectores productivos. Debemos aceptar críticamente que hemos creado las sequías que nos afectan tras décadas de manejo descuidado de los ecosistemas, su biodiversidad y funcionalidad.
La desertificación y la sequía están en el centro de la grave crisis ecológica que enfrenta la humanidad. Este año, el lema ‘Unidos por la tierra: Nuestro legado. Nuestro futuro’ nos invita a concienciarnos y actuar de manera conjunta para combatir estos problemas urgentes.
Podemos actuar hoy para no lamentar mañana. No solo falta agua, sino también voluntad y gestión enfocada en enfrentar y aportar soluciones al problema.