Superar los cien años de vida es toda una proeza. Tengo un amigo que cumplirá ciento tres años este mes de agosto… y no de cualquier manera sino teniendo envidiables facultades física e intelectual. Extraordinaria persona y viviente testimonio de la historia importante del siglo XX…, y de toda su vida.
Con Rudi Haymann nos une la pasión por la literatura. Herederos del taller, en Santiago, del fallecido escritor Carlos Cerda en el 2001, lo continuamos como grupo por cuenta propia. Algunos fallecidos los seguimos recordando, en especial a nuestra querida Rafaela de Buen: Gran mujer y escritora exiliada de la guerra civil española, de la misma edad que Rudi. En el taller leemos nuestros propios escritos, capítulos de novelas, cuentos o textos: Aportando uno a uno las distintas críticas de las lecturas presentadas. Terminado el taller, surgen entretenidas tertulias del actual momento de Chile o del mundo. Momentos que disfrutamos bebiendo y comiendo el picoteo que todos aportamos. Espacios que han ido forjando hermanados cariños.
Escuchar A Rudi relatar sus experiencias de vida es un privilegio que siempre nos emociona y asombra. A veces, viniendo al caso los conflictos de Oriente Medio, le pedimos que nos cuente alguno de sus recuerdos: Recuerdos que conocemos pero que seguimos disfrutando como si fuera la primera vez. El último nos relataría como siendo joven soldado y agente secreto de la corona británica, junto con su mejor amigo Bobby, llevaron a cabo el interrogatorio de cuatro oficiales prisioneros egipcios. Transcurridos muchos años, Bobby le pide a Rudi que mire su diario de guerra y compruebe los nombres de aquellos oficiales prisioneros. Reconocen en ellos al general Nasser presidente de Egipto. Cuando este muere, su compañero de armas Anwar Sadat sería el nuevo gobernante. Este firmaría la paz con Israel en 1979. Bobby residía en Israel. Con motivo de esa celebración escribiría una carta a Sadat, “Señor Sadat, ¿recuerda usted que en los primeros días del año 1943 fue interrogado por sargentos israelíes?” “Yo soy uno de ellos” Y Sadat le contestaría. “Por supuesto que me acuerdo” “Y envió una invitación a Bobby para el banquete de paz en el palacio presidencial en El Cairo.”
Rudi Haymann judío alemán, dejaría su país con dieciséis años; apenas dos semanas antes de la trágica noche de los cristales rotos. Inicio del genocidio de los judíos por los nazis. En sus memorias, “MAS ALLÁ DE LAS FRONTERAS” relata los diez años de su vida, desde que tomara el tren de las 20,30 en Berlín con dirección Italia y continuar su viaje hasta Palestina en el año 1938, concluyendo en el año 1948 que llegara a Chile para encontrarse con sus padres y hermana. Diez intensos años donde transcurre su joven vida. Primero como pionero de los kibutz, en las tareas comunitarias, de pastor, agricultor y otras.
Iniciada la segunda guerra mundial, por voluntad propia, se prepara como soldado para luchar en el norte de África a las órdenes del general Montgomery. Al ser alemán pasa a ser parte del servicio secreto de la Corona británica. Extraordinarias memorias llena de entretenidas y sorprendentes anécdotas contadas desde la sencillez, inteligencia intelectual y humana que le honra a Rudi Haymann. Recomendable libro.
Terminada la guerra vuelve como vencedor a una Berlín en ruinas buscando a sus otros parientes. El único familiar sobreviviente de los campos de concentración fue su tío Fritz Haymann; prestigioso arquitecto de la escuela Bauhaus.
Sus padres enterados que, en este lejano país del sur del mundo, gracias al recién elegido presidente Pedro Aguirre Cerda, estaba acogiendo a los exiliados españoles de la guerra civil española y también a judíos, consiguen visados embarcándose con su única hija a Chile. Tres años después del fin de la guerra, Rudi llegaría a este país y pudo abrazar a su querida familia. El emotivo encuentro familiar se hace en Los Andes. Largo viaje hasta llegar a este lugar austral. No encontrando billete para Valparaíso, lo haría desde Génova a Buenos Aires. El resto del trayecto hasta llegar a Chile lo hizo en varios trenes. Buenos Aires – Mendoza – Los Andes y el último, ya acompañado por sus padres y hermana, a Santiago.
Instalado en la capital conocería a Beatriz, (ya fallecida) también judía exiliada acogida por Pedro Aguirre Cerda; mujer sensible, culta y de enorme vitalidad. Juntos construirían una hermosa familia, a la par de una empresa de diseño interior durante cincuenta años.
Nos sigue sorprendiendo la agilidad vital de su cuerpo y lucidez mental para recordar con detalles sus experiencias vividas. Un hombre que sigue viajando en metro. Terminado el taller, lo llevamos a su casa en el auto de otra compañera. Su autosuficiencia no nos permite que demos una vuelta hasta el portón de su domicilio. Hasta hace no mucho tiempo, nos despedía añadiendo que aprovechaba a fumarse su último cigarrillo; cigarrillo fino y largo que ha dejado de fumar. Con paso ligero lo vemos cruzar la gran avenida de Vicuña Mackenna, hasta la entrada del portón de su pequeña calle. Lo observamos con el asombro y admiración que sentimos y que nos tiene acostumbradas este referente hombre y muy querido compañero. Gracias Rudi.