Una ola de reacciones ha provocado en el Valle de Aconcagua la denuncia pública realizada contra el sacerdote Gustavo Adolfo Morales, párroco de la iglesia de San Felipe, quien fue acusado de abuso de conciencia por una feligresa, según lo revelado en un reportaje emitido por un medio nacional.
La denuncia, que habría sido ingresada hace algún tiempo ante la Diócesis de San Felipe, habría derivado en la aplicación de sanciones eclesiásticas internas, cuyos detalles no han sido informados públicamente. Desde el Obispado, en tanto, aún no se ha emitido una declaración oficial tras la emisión del reportaje, aunque fuentes cercanas a la curia confirman que el caso fue conocido y tratado previamente por la institución.
El reportaje provocó diversas reacciones en redes sociales y en el mundo eclesial local. Mientras algunos exigen mayor transparencia y justicia en el tratamiento de este tipo de situaciones, otros llaman a respetar los procesos internos de la Iglesia y no adelantar juicios sin conocer el fondo del caso.
Frente a la polémica, el sacerdote Gustavo Adolfo Morales decidió emitir una declaración pública en la que reconoce haber cometido “una falta y un pecado”, pero rechaza tajantemente que su actuar constituya delito. “Se trató de una relación consentida entre adultos. Asumo mi error, me arrepiento profundamente y acepto las sanciones que se me han impuesto, pero no soy un delincuente”, declaró.
Asimismo, el párroco aseguró que ha colaborado con las instancias correspondientes dentro de la Iglesia y que ha dejado en manos de sus superiores la evaluación de su futuro ministerial. “Estoy en un proceso de reflexión y reparación. Agradezco a quienes me han acompañado con oración y caridad cristiana en este difícil momento”, señaló.
Hasta el momento, no existen antecedentes de acciones judiciales iniciadas en tribunales civiles, por lo que el caso permanece exclusivamente en el ámbito canónico. Sin embargo, el impacto de la denuncia ha generado un debate más amplio en la comunidad sobre los límites del acompañamiento espiritual, la vulnerabilidad de los fieles y la necesidad de mayor claridad frente a situaciones que involucren posibles abusos de poder dentro de las estructuras eclesiales.