Opinión: «La pandemia y la realidad de nuestros hábitos de actividad física» por Jaime Valero

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Desde este 3 de Marzo, la pandemia que irrumpió en nuestra cotidianeidad, indudablemente  dejó en evidencia muchas situaciones que a nivel país impactan directamente sobre el bienestar de las personas que habitamos esta delgada y accidentada franja de tierra. Desde aquella fecha poco se ha hablado sobre los crecientes niveles de sedentarismo e inactividad física, tanto en niño/as como adultos de nuestro país. Este tiempo de cuarentenas, contagios, y distancia social, han hablado también de que tanto somos conscientes de nuestro cuerpo y hábitos de actividad física.

En cuanto a los niveles de actividad física diaria realizada por las personas, estamos viviendo un momento histórico, ¿Cuándo antes habíamos visto estos niveles de sedentarismo e inactividad física en las personas?.  Variadas son las razones por las cuales esta situación se hace muy difícil de revertir. Con teletrabajo por ejemplo, ni siquiera debemos trasladarnos desde nuestro hogar al lugar donde trabajamos, lo mismo para nuestros niños quienes ya no deben moverse de su casa a la escuela y no pueden disfrutar de momentos tan enriquecedores desde la actividad física como lo son los recreos, ya que es la escuela la quien tuvo que trasladarse a casa. 

 Por estos días hemos necesitado más que en cualquier otro momento autogestionar el propio bienestar, tanto psicológico como físico, o mejor dicho psicofísico. Desde este escenario y bajo estas circunstancias debemos preguntarnos  ¿Será que los chilenos tenemos las herramientas para hacer efectiva esta autogestión?, ¿Será que estamos alfabetizados físicamente? ,¿Somos conscientes de lo que puede provocar en nuestros hijos/as la falta de movimiento corporal?. Cada cual responde estas preguntas desde su realidad como individuo, y para ser sinceros sabemos que la respuesta  a estas interrogantes, por lo general, es un no. Entonces se hace necesario escudriñar en cuál es el motivo por el que la mayoría de las personas no cuenta con dichas herramientas. ¿Será que esta falta de conciencia con nosotros mismos es solamente porque si? ¿Así sin más? , según mi opinión requiere de una analogía un poco más profunda, la que probablemente nos permita acercarnos a dichos motivos, reflexionando y cuestionando los actuales y pasados “formatos” y lógicas bajo las cuales nos movemos y actuamos. 

Pareciera que aún después de siglos nos movemos bajo el pensamiento dualista, que afirma que el ser humano es cuerpo y mente. Donde lo corporal opera bajo el mandato de este “ente superior” no tangible, llamado mente. Dicho pensamiento  dualista queda de manifiesto en nuestro sistema educacional, donde evidentemente se le asigna una importancia bastante inferior a lo corporal, es más, donde aún lo corporal pareciera estar dividido de lo cognitivo, intelectual, afectivo, etc. Destinando así un par de horas a la semana como un “complemento” del resto, como si en realidad las personas fuéramos también cuerpo, pero sólo 2 a 4 horas en la semana. Por su parte los establecimientos educacionales muchas veces hacen grandes esfuerzos por implementar más horas de actividad física en sus alumnos/as, pero no es suficiente, ya que se necesitan cambios estructurales más profundos para alimentar la necesidad de movimiento que por naturaleza tenemos los seres humanos, y más aún los niños. Somos cuerpo todos los días y todo el día. 

Qué difícil abrir la caja de los pensamientos después de durante años haber sido educados bajo un sistema educacional  que poco y nada le dio de importancia a nuestro aspecto corporal. En el contexto escolar se ha avanzado en esta materia , pero, ¿qué tanto?, ¿Es lo suficiente como para que las nuevas generaciones corran con una suerte distinta?. 

Sin ir más allá, el mapa nutricional de la JUNAEB de 2019 nos indica que el 52% de los niños y jóvenes evaluados caben dentro de la clasificación sobrepeso u obesidad, teniendo presente por supuesto que esta es un fenómeno multifactorial donde incide directamente el nivel de actividad física de las personas entre otras cosas. También tenemos la encuesta de hábitos de actividad física y deporte en población mayor a 18 años del año 2018, bajo la responsabilidad del Ministerio del deporte (MINDEP) y ejecutada por la Universidad de Concepción, donde de 6.025 encuestados se extrajo que el 81,3% es inactivo físicamente y el 18,7% es activo físicamente, es decir 8 de cada 10 chilenos/as no realiza actividad física según recomendaciones de la OMS. Y así es como a simple vista podemos cuantificar la profunda desconexión que como sociedad tenemos con nuestro cuerpo y hábitos saludables.

Es importante dejar claro que no podemos responsabilizar al sistema educacional de esto, ya que finalmente cada uno de nosotros somos dueños de nuestras pequeñas o grandes decisiones, más es innegable como un sistema educacional es parte fundamental de la configuración de una sociedad. 

Si consideramos que toda nuestra infancia y adolescencia nos pasamos la mitad del día o un poco más en la escuela, entonces tal vez esta se vuelve un lugar interesante para estimular hábitos de actividad física. Incluso, si le damos una mirada al sistema de salud de nuestro país y nos movemos desde una mirada remediadora hacia una más preventiva que trabaje desde los hábitos, y también reflexionamos desde nuestra propia realidad como individuos, como madres y padres como personas con el derecho y la responsabilidad de velar por nuestra salud y bienestar,  podamos poco a poco ir modificando esta realidad. 

Por otra parte está claro que las cifras no son para nada alentadoras y que esta pandemia ha dejado al descubierto otras pandemias silenciosas que se arrastran desde mucho antes, como la obesidad y  el sedentarismo. Sin embargo hay algo que queda aún más claro, si queremos que las cosas cambien, no podemos seguir operando de la misma manera, debemos repensar muchas cosas, pero antes debemos repensar al ser humano. Frente a un evidente cambio paradigmático en muchos sentidos, hoy en día quizás la educación física y salud deba tomar más protagonismo, en una sociedad que ya no pone el locus en lo externo, sino que se vuelve hacia dentro, porque simplemente nos suma, y dentro de un mundo un tanto exitista, el éxito es también sentirse bien.

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