El Valle de Aconcagua fue clave en la independencia de Chile

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Al cerrar las fiestas patrias, es propicio recordar parte de la historia, destacando que algunas comunas del valle de Aconcagua jugaron un papel crucial al permitir el ingreso del Ejército Libertador.

El ejército estaba organizado en dos grandes divisiones. La primera estaba bajo el mando de Juan Gregorio de las Heras, cuyo objetivo era avanzar a través de Uspallata hacia Santa Rosa de los Andes, actualmente comuna de Los Andes. La segunda, liderada por Miguel Estanislao Soler, debía ingresar a Chile por Los Patos, cerca de Putaendo, y estaba dividida a su vez en tres partes: Soler dirigía la vanguardia, Bernardo O’Higgins el centro y San Martín la reserva. A ellos se sumaban pequeñas columnas, como la de Ramón Freire (responsable de ingresar a Chile por Curicó y Colchagua), así como partidas volantes lideradas por el guerrillero Manuel Rodríguez.

 

La Dura Cordillera de Los Andes

Las divisiones tardaron cerca de veinte días en cruzar la Cordillera. La travesía no fue fácil, como se desprende de las múltiples enfermedades sufridas por los soldados. El 27 de enero, por ejemplo, Las Heras solicitó a San Martín el envío del cirujano mayor del ejército con medicinas a Uspallata. El 1 de febrero, O’Higgins informó a San Martín que las bajas temperaturas estaban causando estragos entre sus hombres.

A pesar de estos contratiempos, para el 10 de febrero de 1817, las dos divisiones del Ejército de los Andes se reunieron en suelo chileno, un «milagro de sincronización», como bien señala el historiador John Lynch: «Se ubicaron en las alturas examinando el cerro de Chacabuco, que bloqueaba el extremo norte del Valle Central de Chile y era la clave del avance hacia Santiago». El Valle Central era, de hecho, donde el poder de los realistas se había hecho sentir con más fuerza, y por ello, tomar el control de la zona era tan importante para San Martín. Dos días más tarde, comenzaría lo que pronto se conocería como la batalla de Chacabuco.

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