¿Vivir con un corazón roto? No suena científico, suena iluso o como de cuentos de hadas y si no lo has vivido, vivido en cuerpo y alma, sentido el momento exacto en que un corazón se rompe, que un alma se quiebra, la verdad nunca lo va a poder entender.
Muchas personas han sufrido, sufrido penas de amor, graves penas de amor, sufrido desilusiones, tristezas, amarguras, pérdidas, pero no a todos se les ha roto el corazón; quienes lo hemos vivido, es un sentimiento tan desgarrador que no queremos que nadie más lo sufra y si vemos que alguien más está pasando por algo menor tratamos de ayudar, porque sabemos que, si nosotros podemos seguir viviendo así, la otra persona va a poder salir adelante.
Entre nosotros nos reconocemos, tenemos algo en la mirada, de hecho, podemos diferenciar nuestra mirada de antes de la ruptura a la de ahora, hay una luz que se perdió, que nunca volvió, una sonrisa que no es la misma. Al pasar el tiempo volvemos a reír, ser felices, disfrutar momentos, amar, pero esa luz nunca más vuelve.
Vivir con el corazón roto es una de las cosas más difíciles que puede tocar en esta vida. Hay muchas razones por las que uno vive así. En mi caso es por la pérdida, ese momento exacto en que pierdes a alguien y te quiebras en mil pedazos, es literal, te rompes, y nunca más te vuelves a pegar, logras unir algunos trozos, para seguir viviendo, te aferras a hilos de vida, porque por Dios estar rota duele como no te imaginas, es una bomba que rompe cada parte de ti, destruye tu corazón, rompe tus huesos. Tu cabeza le dice a tu cuerpo que te levantes, pero la bomba destruyó todo y no tienes la fuerza para levantarte, te duele respirar, crees que la única solución es irte de este mundo, donde ya no haya más dolor.
En ese momento es donde llega la ayuda, las personas que te levantan a costa de un gran desgaste para ellos y a los que les debes todo, tu familia, tus amigos, las personas que te aman. Si vives con el corazón roto necesitas hacer terapia y ver doctores, no hay otra forma de seguir viviendo, debes descubrir tus hilos de vida y aferrarte a ellos, no es lo que quieres, pero poco a poco, esos hilos de vida te van llenando de energía para seguir viviendo y hacer llevadero el dolor.
Por más terapia o remedios, nunca estás sana completamente, aprendes primero a usar una máscara y luego poco a poco esa máscara se va volviendo tu nueva vida, una vida en la que cargas todo el día el dolor, pero que vuelves a reír, a disfrutar, que vuelves a tener ilusiones. No te miento, un día cualquiera puedes estar feliz, riéndote, pero basta una palabra, un recuerdo, y esa agonía atraviesa tu corazón dejándote helada, muchas veces no vas a poder aguantar y vas a llorar donde te pille, un colectivo, una reunión, un almuerzo. Después con el tiempo, lo podrás controlar y te tragarás el llanto, quizás por el tiempo suficiente para terminar lo que haces hasta encontrar un baño público y ahí quebrarte. Yo aún estoy aprendiendo, voy en la parte de los baños públicos, quizás algún día pueda guardar esa angustia hasta llegar a casa.
Vivir con el corazón roto no es sencillo, algunos dejamos de comer, otros comemos más, algunos no podemos salir por un tiempo de nuestras casas, algunos podríamos llorar por días.
Vivir con el corazón roto no significa que estamos deprimidos o que seguimos en un duelo sin fin. Vivir con el corazón roto significa que somos personas que conocemos un mundo distinto, que tenemos la valentía suficiente para ir día a día armándonos, pedazo a pedazo, con un pegamento de mala calidad, pero que decidimos seguir aquí, dispuestos a seguir amando y honrando a quienes perdimos.