Bebés nacieron en el Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso, donde quedó hospitalizada su madre
Es sabido que nadie tiene asegurado el futuro, pero uno nunca piensa que una seguidilla de adversidades le pueden caer sin mayor aviso. Lo mismo pensaba Valentina cuando vivía en su natal Venezuela y sufría por la situación de su país. A sus 24 años, un día descubrió que estaba embarazada y desde ahí todo ha ido cuesta arriba. Sin apoyo de su pareja, aceptó una invitación de un grupo de amigas que estaban en Chile y viajó sin pensarlo dos veces para asegurar una buena atención a su bebé y poder otorgarle las condiciones mínimas en términos de remedios y alimentos.
Lo que ella no presintió, es que una vez en nuestro país las cosas se complicarían, pues acá se dio cuenta de que su bebé no era una, sino dos: iba a ser madre de gemelas. A esto tuvo que sumarle que se vio imposibilitada de seguir vendiendo Super 8 para evitar conflictos con la Ley y con el futuro nacimiento de sus ahora dos hijas y que, además, el grupo de amigas que la cobijó debió separarse para poder ayudar de mejor manera sus familias en su país natal. Ahí se vio sola, en un país extraño y sin mayor apoyo para enfrentar lo que venía. Para su fortuna, en cada viaje que emprendemos, también encontramos aliados que nos ayudan a continuar y, en su caso, fueron las participantes de la ONG “Mujer niño y Comunidad” quienes la han estado ayudando desde que conocieron su caso en concomitancia con la otra ONG “Volvamos a Creer”.
Sin embargo, cuando todo comenzaba a mejorar, un nuevo revés llegó a su atribulada vida. Llegado el momento de su cesárea, en el Van Buren se quedaron sin cunas para el cuidado de sus bebés, por lo que éstas fueron trasladadas a San Felipe de acuerdo al funcionamiento de la Red Pública de Salud que asegura la atención oportuna , quedando ella hospitalizada en Valparaíso sin siquiera poder haber disfrutado unos minutos de su presencia, dada la urgencia natural por su traslado.
Ya en Neonatología del San Camilo, las gemelas recibieron toda la atención que necesitaban gracias a su avanzada tecnología y competencia técnica de sus equipos clínicos, pero les faltaba el cariño de su madre, por lo que se adelantó su alta para el día después del traslado. Inocentemente, Valentina pensaba que sus hijas habían sido trasladadas a un edificio continuo, sin saber que habían sido trasladadas a más de 100 kilómetros de distancia, por lo que la ONG consiguió que familias sanfelipeñas la acogieran mientras sus bebés siguieran hospitalizadas. Así ha estado hasta ahora, mientras sus bebés alcanzan el peso adecuado para ser dadas de alta. La ONG está gestionando una habitación para su retorno a Valparaíso, ya que si algo tiene claro es que ahora menos que nunca puede volver a su país, pues según ella misma asegura, sin dólares es casi imposible conseguir medicamentos o atención de salud para sus hijas. Su futuro está claramente ligado a nuestro país.
“Estoy demasiado agradecida de todo lo que han hecho por mi en el San Camilo, desde antes de venirme se comunicaron conmigo para aclararme que mis bebés están bien y desde ahí han sido muy amables, lo mismo que las ONGs y las personas que me han acogido de quienes estoy muy agradecidas”, señaló.
La travesía de Valentina y sus gemelas en Chile recién comienza. Su caso ha conmovido a quienes la han conocido demostrando que antes de enjuiciar, es importante conocer las historias que hay detrás de cada caso, pues si algo es seguro, es que nadie tiene el futuro comprado.