¿Quién durante su vida estudiantil no debió leer un relato, cuento o novela del escritor Manuel Rojas Sepúlveda? Inmediatamente vienen a nuestra memoria cuentos como “El Vaso de Leche”, “El Bonete Maulino”, “Laguna”, o novelas como “Hijo de Ladrón”, “Sombras Contra el Muro”, “Mejor que el Vino” o “La Oscura Vida Radiante”.
Manuel Rojas, Premio Nacional de Literatura 1957, fue un escritor autodidacta que aprobó la asignatura de la vida con un pensamiento libertario y una mirada quizás solitaria, pero siempre solidaria hacia los más desposeídos.
Recordamos su relación con la ciudad de Los Andes trayendo a colación su trabajo como peón en las obras del ferrocarril Trasandino -transcurría entonces el año 1912- en sus propias palabras y, describiendo ese quehacer indica “este trabajo en la cordillera era cosa durísima, hacíamos agujeros, unos hoyos en el suelo, rompíamos piedra con dinamita, poníamos vigas y techábamos con calamina”.
En esa aventura, conoce a un compañero de trabajo de apellido Laguna, marcado por la fatalidad y la mala suerte, con el cual, y en compañía de otros compañeros de trabajo, atraviesa la cordillera por la vía del Cristo Redentor para evitar de esta forma ser detenido por los gendarmes argentinos. Pernoctan en uno de los refugios abovedados construidos en ladrillo y cal, mandados a levantar por el Gobernador Ambrosio O´Higgins; lo propio hacen en su caminata, descansando en el refugio Las Calaveras, para continuar a pie hasta la localidad de Río Colorado, alcanzar hasta la ciudad de Los Andes, y desde allí continuar hasta Santiago.
La imagen de Laguna será motivo del cuento del mismo nombre que obtiene en abril de 1922 un premio en el concurso auspiciado por el Periódico “La Montaña” de Buenos Aires.
Indica en sus memorias que durante un tiempo y en uno de sus viajes vivió en Los Andes con la familia de un ferroviario de apellido Núñez. Asimismo, en nuestra ciudad, se casa en 1928 con María Baeza Serrano, profesora y poetisa -discípula de Gabriela Mistral- quien publicara sus poemas en el texto “Canciones para Ellos”. De este matrimonio nacieron 3 hijos, al fallecimiento de su esposa y con sus propias manos, Manuel Rojas elabora en la imprenta de la Universidad de Chile, un texto de poesía de su autoría llamado “Deshecha Rosa” y, en el cual recuerda a su extinta esposa; de aquellos sentidos versos es necesario recordar aquellos referidos a nuestra localidad “Por entre los álamos del Aconcagua y tinajas de dulce chicha” contextualizando el paisaje que lo acogió con su desaparecida esposa.
Si bien es cierto, su vida de múltiples oficios y en innumerables lugares, le hacen ser un ciudadano del mundo, no es menor que aunque sea por breve tiempo y en más de una circunstancia, su vida haya estado vinculada con nuestra ciudad. Quizás ello amerite lo que hemos sugerido en más de una oportunidad: que algún establecimiento educacional público de los lugares que conoció, lleve su nombre.
Luis F. González Reyes – Francisco Rodríguez Arancibia
Centro de Estudios Para Asuntos Docentes (CEPAD)