Tras una importante cantidad de elecciones seguidas, pareciera que existe una especia de “fatiga de material” en las huestes y es que no se entiende mucho lo que viene en las próximas elecciones del 7 de mayo.
Esto, es una demostración más de lo que muchas veces existe entre la clase política y la ciudadanía, donde no se logra conectar esos dos cables del engranaje. ¿Era necesaria esta nueva elección de Concejeros constitucionales? Esa es una discusión que ya se dio en el marco del triunfo del rechazó y que llevó a la conclusión a la mayoría de los partidos a decir que sí.
Lo más probable que desde el punto de la institucionalidad y de lo que significan los acuerdos, estén en lo correcto, ya que no podía quedar un proceso constitucional a medias y se debía concluir con una nueva constitución con un acuerdo lo más cerrado posible.
Pero los tiempos de la política no son los mismos de la ciudadanía, menos en un momento en que la seguridad se tomo todas las agendas mediáticas y ciudadanas, por lo que es poco probable que las personas estén pensando en ir a votar por algunos “señores o señoras” que van a escribir una nueva constitución de Chile, sobretodo teniendo en cuenta el “desastre” que fue el proceso anterior.
Es por eso que surge la pregunta en todos lados ¿Por quien diablos hay que votar? Y los partidos políticos hacen grandes esfuerzos por desplegarse en todo el país, utilizan con mayores recursos las redes sociales, pero que duda cabe que no es suficiente y el desconocimiento es tremendamente grande a un poquito más de quince días.
Al final todo esto ocurrió por algo que las personas nunca quisieron, cambiar la constitución, pero que la clase política leyó mal o simplemente lo encontró como una salida mientras en las afueras se incendiaba literalmente el país. El tema, es que ya estamos en esto y el próximo 7 de mayo los chilenos saldrán obligadamente a votar por personajes que poco conocen y que poco saben que harán. ¿En qué terminará esto? Es una incógnita, puede ser poca gente votando a pesar de los 180 mil de multa o votando en contra de algo por la rabia acumulada.