Girándose el Sol hacia el Norte por   Ágata Martín

Compartir en:

La estación del otoño avanza día a día. Compruebo como el astro se está girando hacia el norte.  Observación que constato en el salón de la casa con el sol extendiendo su luz. Los días son más cortos y las noches se alargan. Las temperaturas extremas es un hecho. En la mañana nos abrigamos del frio rocío. Lo que esperamos son las lluvias. Esas que el popular refrán dice… “Abril aguas mil.” 

Ayer, aprovechando que amaneció nublado, subí a la terraza que ocupa todo lo largo del salón, para limpiar los canalones y bajantes. Un trabajo de meticulosa paciencia. El suelo es de paralelas tablas intercaladas donde mi mano no entra. Con un perfil de plástico arrastraba la compacta tierra y mugre hasta la bajante.  Los otros canalones, más accesibles, los barría con la escoba. 

La flexibilidad física, permite que logre introducirme entre la baranda de la terraza hacia el techo de la parte original de la casa, para bajar hasta la cubierta de los baños y barrer el canalón. Me cuestionaba hasta cuando podré seguir haciéndolo.  

Hace días un colibrí se columpia en el espacio entre la calliandra y las flores del aloe. De los parrones cuelgan esqueletos sin uvas que devoran los pájaros. En la mañana arranco pequeños racimos que van quedando para comer. El viento de la tarde varea las ramas del nogal arrojando las nueces que recogeré en mis salidas al jardín. Mes de cosecha.  

Sentada bajo la gran mesa del nogal pelo nueces del año pasado. Serán el regalo que llevaré a los amigos de Buenos Aires. Las amenazantes nubes, peleando por dominar el cielo azul. 

En la avanzada tarde leo. “Esta noche me siento vieja.  Me gustaría tener a alguien a mi lado que me quiera, me consuele y no me deje pensar.” Lo escribió en su diario un día triste y enferma, Katherine Mansfield. Tan grande escritora ella, pero tan frágil de salud que falleciera con solo treinta cuatro años.  Dándole la vuelta a esa frase, escribo en mi cuaderno: Pienso porque nadie acompaña mi vida y soledad… la mejor aliada. 

Al día siguiente, hoy, el cielo es un mullido plumón gris plateado.

Deja el primer comentario